lunes, 7 de septiembre de 2015

Prólogo nuestro al libro de la poeta Aixa Mendoza: Al desnudo

Prólogo


Cada libro que abre sus páginas al mundo es una victoria de la vida, porque nosotros somos el mejor testimonio de que la vida debe ser siempre la prioridad del existir. Y este libro que prologo es un canto de la vida y por la vida, porque eso es Aixa Mendoza Figueredo, vida pura en su mejor manifestación.

Y si el libro es de poesía, es un doble canto de vida y victoria, sobre todo en un país sumido en la desunión y la polarización, donde el odio y la guerra tienen más espacio y recursos que la cultura. Donde cada libro ha sido el producto de un gran esfuerzo creativo, pero también el resultado de una tenacidad para enfrentar los costos que esto representa.

Este es un libro de vida y victoria, donde nada es gratuito; ni uno solo de los versos obedece a la pericia de un hacedor artificial de palabras. En cada texto palpita la existencia de una mujer valerosa, que siempre supo enfrentar cada día con coraje y enjundia, donde nunca se negó a la posibilidad de conocer, entender, cuestionar y sobrepasar cada episodio, cada momento, cada capítulo de su trasegar por el mundo.

Este mismo mundo que derrota a tanta gente, con sus egoísmos diarios, sus mezquindades sociales, sus valores negociables, Aixa Mendoza Figueredo ha sabido mantenerse en la línea y no transar sus principios éticos, morales y artísticos. Ella es autónoma, no obedece a cánones de grupo, ni a modas pasajeras, no rinde culto a «jefes» de la cultura, ni a maestros entronizados, es libre de armar sus versos, es puro corazón e instinto, y la poesía es para ella parte de su liberación, su esencia de mujer, de mujer emancipada.

Hoy en día, a pesar de que las aguas históricas han surcado impetuosas bajo el puente, la mujer enfrenta toda clase de resistencias, y la mujer poeta no podía ser la excepción. Pero a la Aixa poeta esto no le preocupa en lo más mínimo, tiene el talante para enfrentar todas las críticas habidas y por haber, gracias a una sólida estructura mental, profesional, puesta a prueba por las vicisitudes y retos del vivir; sabe lo que quiere y lo trabaja, lo cultiva y lo produce. 

La poesía ha sido un bálsamo bendito, una dosis extra que utiliza para darle mayores dimensiones a su ser, un ser luminoso que contagia de alegría, de deseos de expresar todos los tesoros que guarda el alma, que le alcanza, incluso, para sus actividades profesionales de psicóloga, donde usa el poder de la palabra poética para despertar entusiasmos en quienes la rodean y beben de sus inmensas ganas de vivir. Seres de todas las edades reciben la influencia de su amor, de su fraternidad, de su compromiso social, y en estas arduas tareas la poesía ha acudido en su ayuda.  

Este libro que hoy llega a sus manos, es el resultado de las pasiones de esta gran mujer, de sus dudas, de sus triunfos, pero también de sus deseos, de sus imposibles, de cada historia vivida, o desde la orilla privilegiada del testigo, que no todo lo que el poeta escribe es personal, también toma importancia el ojo silencioso que todo lo ve y lo guarda, para nacer poema, para hacerlo «yo», que en determinado momento se constituirá en lo que el poeta inglés John Donne cantara: porque soy una parte de la humanidad…, es decir, yo en el otro que también soy.

Me llama la atención su lírica intimista, ese parecer acercarse a nuestro oído para contarnos cosas, como abriéndonos su alma, su cuerpo, su erotismo —por qué no—, para hacernos cómplices, confidentes de sus instantes de hembra, de mujer, de poeta. Pero más me entusiasma su erotismo sutil, delicado, trabajado con sutileza: aún no entrabas y la sábana / delataba la humedad… Nunca he sido partidario del erotismo crudo en la poesía, y no por falsos moralismos, sino que cuando la poesía sugiere con delicadeza, el lector tiene el privilegio de hacer el juego mental de imaginar las escenas, de degustarlas, de «escribirlas», de vivirlas… A los cuatro vientos estás tú, /abriéndome entre flores… Aquí está la poesía, nítida, reafirmándose como arte sublime…  Emprendo el vuelo hacia la cumbre / desplegando mis caderas… De este estilo grácil, sensible, fino, es el erotismo que el lector degustará en este poemario.

Así que saludamos con alborozo este trabajo literario de Aixa Mendoza Figueredo, porque hemos sido testigos de su tenacidad, su crecimiento, su entrega, su respeto por el quehacer poético, y estamos seguros de que otros cantos más vendrán a decirnos con su voz, que ella está aquí, entre nosotros, reafirmándose como ser, como mujer libre, como poeta. Porque como decía el gran Tagore: Cuando el hombre trabaja, Dios lo respeta, pero cuando el hombre canta, Dios lo ama…  Dios te ama, querida Aixa, no tengas duda.

Juan Carlos Céspedes Acosta
Cartagena de Indias, 24 de julio de 2015 

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