Contra
toda evidencia, el cuento
Por
Tito Mejía Sarmiento*
Diez años estuvo asomado a
la vida sin detenerse un solo día, largas noches e incluso madrugadas, el buen narrador cartagenero, Juan Carlos
Céspedes Acosta para regalarnos 24 relatos compilados en su nueva obra titulada
“Contra
toda evidencia, el cuento”.
Sea el momento para
hablar de los ordenamientos atrayentes que se hallan en el texto, de la magnífica
prosa que irrumpe en algunos relatos con una fuerza poética, iconografías que
el autor le ha pedido prestadas a su propia poesía, advirtiéndonos que el
cuento nace precisamente para ser contado desde todo punto de vista sin
importar su placenta. De capital importancia, el estilo dialogado y sencillo
que emerge de hechos trágicos en muchos de estos cuentos con una leve
influencia de Edgar Allan Poe, Juan
Rulfo, Franz Kafka y Ernest Hemingway, sin caer en la imitación sino en la señalada teoría del Iceberg organizacional
de sus elementos, donde la parte consciente de los personajes de Céspedes,
despierta a la inconsciente a simple vista, más allá de los cánones dictados
por la propia secuencia gradual elegida y, la imperativa brevedad de los
relatos que entre otras cosas, generan
una profunda reflexión en el lector que se enfrenta de paso a una lucha
existencial con el amor, la traición, la
muerte, el caos social, como si él fuese otro personaje más y cuya vida puede
transitar transparentemente alrededor de la órbita sideral de la misma
narración, es decir el reflejo de una identidad siempre en búsqueda de la cual
nos habla Cortázar.
Acercarnos a estos cuentos
de Céspedes, es de algún modo un acto placentero, un catálogo de experiencias
propias a favor del género literario que nos lleva a una realidad llamada
ficción, la misma donde solo se
construye un mundo sobre otro ya demolido de común acuerdo con la propia
esencia liberadora de los condicionamientos sociales.
No dudo un segundo en
recomendar este texto “Contra toda evidencia, el cuento”
de Juan Carlos Céspedes Acosta, quien con seductora franqueza nos revela una
narración prácticamente omnisciente a
través de 136 páginas que ocasionan la magia que se conoce con el nombre de
literaturización de la realidad.
Arresto, calidad, misterio,
intimismo en su escritura, es lo que
hallará quien desde ya desee penetrar en
esta estancia de narraciones que a continuación relaciono en un orden de
prioridad con todo respeto del autor, lo cual equivale a una aproximación
subjetiva de los temas en cuanto a gustos: Éxodo, Anábasis, Fiona, El ruido, La
dialéctica de la bala, Solo vine a morir a este pueblo, El último jacobino, El
cerezo siempre florece, Los ojos de otros, mis ojos, Café para dos, El secreto
de las puertas, Señales, El sexto elemento, ¿Alguien más quiere leer?, Por aquí
es peligroso, Un crimen perfecto…
Buena por Juan Carlos quien
logró establecer un adecuado contexto a
través de las distintas historias que conforman este libro, allende de la
deducción de la fábula y de sus
representaciones dionisíacas.
Tito
Mejía Sarmiento*
Filólogo
de Universidad del Atlántico, poeta y locutor profesional.
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