miércoles, 6 de mayo de 2015

El prólogo que se quedó esperando la publicación del libro

El siguiente escrito iba a fungir de prólogo para un libro de kaikus de Tarcisio Agramonte, quien se había metido de lleno en este tipo de formato poético, desgraciadamente las dificultades económicas para publicar nos negaron esta ilusión.

Cuando leo Haikus del Mar y del Agua, llego a la conclusión de que tengo en mis manos algo valioso. Una obra donde la poesía encontró su puerto seguro, porque el poeta Tarsicio Agramonte Ordoñez,  supo plasmar la eternidad que pasa ante nuestros ojos con su cotidianidad, la misma a la que nos hemos acostumbrado a ignorar.  Se nos van los años tras el espejismo  mientras la vida sucede pletórica frente a nosotros, pero Agramonte Ordoñez logra capturar sus imágenes de manera magistral utilizando para ello el arte japonés del haiku,  al que siempre he considerado la primera trampa del bardo, por su aparente sencillez y simple estructura de diecisiete sílabas, las que han hecho naufragar a más de un necio.

Pero mi propósito no es disertar sobre el haiku, porque muchos académicos ya lo han hecho de manera impecable; pero tampoco extenderme en mis conocimientos literarios, como hacen algunos prologuistas que fungen de ser más importantes que los autores. Quiero enfocarme sí, en mi experiencia lectora, en mi viaje fabuloso por las páginas míticas del mar y del agua, guiado por el trazo preciso y certero de un gran poeta.

Tarsicio Agramonte Ordoñez consigue en este trabajo transmitirnos su visión, su experiencia de mar y río —Río Magdalena y Mar Caribe―, su gran imaginario, el recuerdo perenne de su natal Calamar, su capacidad de entrar en lo profundo de las cosas; porque ello es un poeta, no sólo el concepto vatídico de la antigüedad de ver más allá del tiempo y del espacio, también el poder de penetrar y detener y recrear el instante fugitivo que discurre hacia nunca más.

Siempre he sabido que el mar es el viajero más antiguo, y lo digo en algún poema, pero en esta obra lo vemos declarándonos todo sus caminos —como lo hace el poeta en su primera incursión literaria Los Caminos del Mar—, sus secretos, su universo tan propio, pero al mismo tiempo tan al alcance nuestro a través de la poética de Agramonte. Sin embargo, no es solamente el mar, también es la lluvia que universaliza el agua, y el circuito mar, lluvia, río y mar nuevamente, y el hombre allí, el poeta que todo lo ve, que lo goza, que lo sufre, que lo transmite para quien quiera escuchar desde la orilla segura, o para quien asuma el riesgo de entrar a estas aguas de indudable eternidad.

No todos los poetas pueden trabajar el haiku, se necesita un temple especial, una didáctica de la naturaleza, una epidermis sensible a la imagen que fluye, una capacidad de observación aguda, una paciencia de pescador para atrapar con la mínima red de las palabras el instante irrepetible. ¿Tiene Tarcisio todas estas cualidades? La respuesta contundente es ¡Sí! Veamos:

Aletazos lentos. / En el cielo del mar, /Barca y remero.

Es la fotografía de la acción, la pintura verbal del momento, la posibilidad de la imaginación, es poder revivir para los demás con emoción el relámpago de la visión. Qué tarea la del poeta, y sin embargo, Agramonte lo consigue con maestría en este libro. Otro ejemplo de ello:

Sacudiendo / El pico, la garza parece / Tiritar de frío. 

Cuando leemos sus haikus, estamos viendo nosotros también lo que él vio primero, y podemos sentir lo que lo conmocionó en su oportunidad. Apreciemos:

Llueve. / Ejecutan las ranas / Partitura del agua.

Podría seguir indefinidamente citando estas gemas literarias que nos presenta nuestro querido poeta Tarcisio Agramonte Ordoñez, pero creo necesario que cada lector se zambulla en este mundo del Mar y del Agua, y disfrute la experiencia, siempre personal, de la poesía. Estamos seguros de que la belleza y la sabiduría que encontrarán en estas páginas, les hará ver las cosas de otra manera, y a partir de entonces, sabremos reverenciar la grandeza de la naturaleza.

Haikus del Mar y del Agua ha llegado para ocupar un lugar importante en las letras nacionales, y es tanta su calidad, que sabrá abrirse paso en la literatura del mundo, porque nada tiene que envidiar a otros autores y otras temáticas. Pero quisiera terminar esta breve presentación con otro precioso haiku de este libro:

Ella y yo: / Velas al viento. Orfandad / De áncoras lejanas.

Juan Carlos Céspedes Acosta
En algún lugar del Caribe                                                                                                                

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