EL PRETIL
Sentados en la infancia
veíamos pasar las hembras
y éramos hombres lanzando palabras
espiadas en las esquinas
y quedábamos deslumbrados
ante el poder de las caderas
en ese juego de nalgas descomunales
que nos decían cosas deliciosas
sólo intuidas
Tanta redondez por las ramas de las calles
nos saturaban los ojos
y hacían de las manos
caricias perdidas en nuestros cuerpos
Mirábamos cabellos largos hasta los sueños
haciendo burbujas por los oídos
y se reían de tan pequeños
Unas devolvían sonrisas de bocas pintadas
como caramelos
otras nos mandaban al estudio
Y el tío aguafiestas a mi madre:
allá está tu hijo enamorando jevas
Y ella preguntándome por los limones
cuando yo sólo traía azúcar en los labios
y una papeleta de café que nadie había pedido.
4 comentarios:
Juan Carlos, esa hermosa adolescencia y juventud apreciando bellezas, qué maravilla. Expresiones muy bien hilvanadas en tu poema, Julia
Hermoso desandar de años
realmente conjugas realidades con la magia de los versos
Mis respetos maestro
Juan Carlos Céspedes.
Un hermoso desandar de años
realmente conjugas las realidades con la magia de los versos.
Un abrazo maestro Céspedes.
Bueno, los ojos adolescentes solo aprecian las notas poéticas de una nalga, hasta dos nalgas, bueno, tres nalgas. por ellas derramamos lágrimas en el baño y soñamos con sus caderas y estrellas de mar. Esos días son irrepetibles.
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