jueves, 5 de enero de 2012

Palabras del Parlamento de Escritores 2007

LA ESENCIA DE UN PARLAMENTO
Y/O LA LÁMPARA DE DIÓGENES

Por JUAN CARLOS CÉSPEDES

Atenas, diez de la mañana del año 380 a.C., a la distancia se ve venir a un hombre mayor, quizás pueda tener 60 años, muchos lo llaman peyorativamente “perro”, aprovechando algunas sutilezas del lenguaje griego. Trae una lámpara encendida, esto causa admiración, pues estamos a pleno día y la misma no se necesita, pues el sol alumbra potente con sus rayos la ciudad. Alguien le pregunta por esta excentricidad y sólo contesta que está buscando al hombre honesto.

La verdad siempre ha tenido enemigos, no porque ella sea relativa, sino porque es propio de muchos hombres ser relativos con la verdad.
Todavía hoy se discute si el escritor debe o no participar en política, y se esgrimen teorías en ambos bandos, algunas respetables, otras no tanto. Pero es, en resumidas cuentas, una decisión muy personal, sobre la cual no quiero, ni voy a referirme; que suficiente tiene el ser humano consigo mismo y la voz incansable que lleva dentro.
Desde el momento en que un hombre o una mujer, toma la literatura como su suprema razón de existir, de una forma u otra tropezará con el Poder; y llamo poder cualquiera sea la forma que tome, que muchas son y de variada peligrosidad. Todos sabemos el poder que tiene la palabra, ejemplos hay para todos: Sócrates, Jesús, Mahoma, Gandhi, Luther King, Gaitán (¡Qué casualidad que casi todos hayan sido asesinados!) y muchos otros que ustedes conocen perfectamente.
Siempre ha sido la eliminación del semejante la primera forma de imponer el criterio propio contra la opinión que nos molesta. Todavía se escucha el golpe seco en la cabeza de Abel, la orden de Enrique VIII de decapitar a Tomás Moro, la voz de “fuego” contra Federico García Lorca, la muerte en la cárcel de Miguel Hernández, el atentado contra Luís Carlos Galán y la lista sería interminable. Pero hay otros modos de morir, como la persecución, el exilio y formas mucho más sofisticadas dependiendo de la mentalidad perversa y criminal del perseguidor de turno.
Siendo la literatura una actividad solitaria en su génesis, al escritor le es dado ser un individualista, esta circunstancia permite que en determinado momento de su vida, el Poder, del que les hable antes, lo encuentre aislado e inerme ante las fauces hambrientas del monstruo.
Para prevenir estas situaciones se han dado pasos a nivel mundial en el sentido de organizar parlamentos de escritores, donde merced a la solidaridad de todos los creadores (novelistas, poetas, etc.) se ayude a algunos hermanos caídos en desgracia por su obra, su opinión o posiciones ante diversos hechos. Conocemos de sobra el caso de Salman Rushdie, pero existen historias como las de la escritora de Argelia, Aisa Lemsine, del palestino Riad Beidas, la escritora originaria de Bangladesh Taslima Nasreen, en fin, el inventario sería agotador y no hay tiempo para ello.
Hoy estamos asistiendo a un Parlamento de Escritores que llega a su sexta versión y del cual fui escogido Presidente, más por benevolencia vuestra que por méritos propios, y la experiencia me dice que nos estamos quedando cortos en lo que es y debe ser un Parlamento. Un Parlamento no es primordialmente, una ocasión donde encontrase con los amigos y departir sobre las últimas modas literarias, dar a conocer la última obra, etc., que para eso existen los encuentros y los festivales. Un parlamento es esencialmente político y donde los escritores, poetas, y también los intelectuales, llegan a tomar el pulso de la situación del país y del mundo, de velar por la condiciones de perseguidos de algunos amigos y colegas, que tienen que salir de la patria por sus posiciones y actos, de los que tienen que cambiar de domicilio constantemente porque no tienen los privilegios económicos para viajar al exterior y salvar sus vidas, de las diversas formas de censura que nunca van a faltar, y de tantos males que aquejan a la familia de las letras. Además, no puede ser nunca situación de tres días al año, pues en este tiempo no se alcanzan los objetivos específicos para lo cual fue creado. Ya en Centroamérica se han dado grandes avances en la organización de un Parlamento o Congreso de Escritores; también en el 2006 se crea el Parlamento Hispanoamericano de Escritores, en México, por iniciativa del poeta José Emilio Pacheco; en el Brasil también hay progresos en este sentido. Es decir, que en todo el mundo se ha concluido que los escritores deben unirse para tener alguna posibilidad de enfrentar y resistir al poder, cualquiera que sea la forma que adopte.
Hoy los invito a reflexionar en este sentido y a hacer del Parlamento algo grande y funcional, o de lo contrario, nos veremos dentro de un año y brindaremos con una copa de vino por otra gran oportunidad que se ha ido.

Ahora Diógenes se acerca con su lámpara a cada uno de nosotros, y la pregunta que debemos hacernos es: cuando llegue a mí ¿apagará Diógenes su lámpara?

No hay comentarios:

© Todos los textos son de propiedad exclusiva de Juan Carlos Céspedes (Siddartha)

El material de este blog puede ser reproducido citando la fuente y el autor

La otra orilla…
Todos los poetas hablan de ella
Pero no hay otra
Esta es la única.

Te ofrezco mi amistad.

Tres poemas de mi cosecha

Un viaje por la fotografía.

El Oráculo de Sidarzia

Un minicuento