domingo, 2 de marzo de 2014

Prólogo nuestro a la Antología Poética Grainart. De poetas de Cali, Valle del Cauca

Antología Poética Grainart

Muchas de las antologías que han pasado por mis manos, adolecen de ciertos defectos, y uno de ellos, quizás el menos afortunado, es que representan solo el gusto estético del compilador. Pero en esta colección, el lector podrá gozar de gran variedad de estilos, puesto que cada poeta tiene una voz distinta de las demás, me atrevería a decir que no hay dos con poética similar, y ello es muy positivo, porque representa la libertad de la creadora, muy a pesar de que entre ellas pueda haber algún trabajo grupal y pleno conocimiento de lo que hacen las otras, pero esto, por el contrario, habla a favor de cada una y de su propio compromiso con la palabra, que es, en resumidas cuentas, lo que realmente importa en cuanto a poesía se refiere, y creo yo, en todos los aspectos de la vida.

Decir poetas o poetisas podría ser una discusión bizantina, y este no es el espacio ni el momento para hacerlo, aunque estoy seguro de que ambos vocablos tienen sus seguidoras entre las antologadas. Por mi parte me gusta decir poetas, esto a partir de la voz de María Mercedes Carranza quien desde la Casa de Poesía Silva reclamó el título de poetas para las mujeres, en grito de emancipación ante la costumbre de corte machista de llamarlas poetisas, lo que equivalía, según ella, a una denominación de poetas menores per se. Y es que la poesía no se queda estancada en minucias, lo suyo es lo trascendente, lo que inquieta y mueve las fibras ontológicas del artista, en este caso de las poetas.

Entonces estaremos frente a cada poeta y su universo, y es allí donde comienzan las verdaderas diferencias, pues cada vivencia es muy personal, por semejantes que sean las circunstancias, por ende, cada manifestación poética debe tener un sello muy particular. Es la poeta y su imaginario frente al acto creativo, es la posibilidad de expresar el yo poético o el hablante lírico, que cada poema, según Octavio Paz, es una obra de arte completa y cerrada en sí misma. Es el reto del que nos hablara Robert Frost en su poema “El camino no elegido”, de escoger la senda no transitada, la que nos llevará a nuestra identidad, a nuestra particularidad, la única garantía efectiva de no traicionarnos a nosotros mismos, que es la peor de las traiciones.   

En alguna ocasión, escuché decir a alguien que había que cuidarse de quién lo acompañaba a uno en una antología, le respondí que el poeta no tiene por qué responder por sus compañías, que su verdadero compromiso era con su trabajo, con la palabra; que cada poeta responde con su arte, igual que en la vida. Afortunadamente en este libro las poetas no tienen esta preocupación, ya que cada una de ellas representa un estilo, una poética, una forma de ver y concebir al mundo; una de las tantas caras que tiene la poesía, y si en una estación del existir artístico es natural copiar a quien una vez nos asombró, no es menos cierto que es deber —si hay deber en la poesía— de la creadora dejar atrás aquella influencia para poder ser ella misma.

Ana Lucía Montoya Rendón. … cabalgan el pubis de la Luna / y con relojes negros / la cubren de edades y recuerdos… nos dice la poeta con su lirismo, con su voz trabajada, de quien conoce el oficio, con un aire sutil de poesía clásica, la que nunca pasará de moda, porque tiene el ritmo y la cadencia que siempre embriaga a quien ama la buena poesía.

Adela Guerrero Collazos. Sigue cuidando mi lámpara/ para que  entre tus  naranjales,/ cuando me llames,/ me encuentres/ despierta. La poesía de adoración, la mística, donde han naufragado poetas en brazos del fanatismo religioso, pero no sucede en este caso, porque hay comunicación con lo trascendente sin entrar en estados de exaltación, más al estilo del gran Tagore y menos San Juan de la Cruz.

Margarita Rosa Patiño. … Florece de ringletes - hoy la vieja colina/ San Antonio conduce su carro en balineras/ repican las campanas- anuncian ya la misa,/ las macetas nos dejan, sabor de las abuelas... La rima siempre será bienvenida cuando es espontánea y no forzada, cuando el contenido trasciende la forma, esa es la clave para su vigencia.

Judith Rodríguez. … Esta casa de cada año, de  gatos y goteras/ sobrevive entre geranios y presencias. El asombro ante lo cotidiano, la resistencia, la nostalgia, el uso de la naturaleza como recurso creativo, la voz de quien ha vivido, de quien sabe para qué sirve la poesía, y la posibilidad de ser voz de los demás.

Teresa Alzate de Sanders. …  Quédate…yo nunca me fui, posee mi/ jardín colgante, su aroma babilónico,/ saborea mi ardor oprimido en un castillo/ sin atrio acceso ni salida… Con buen manejo de la sintaxis, conocimiento de los recursos estilísticos, la capacidad de utilizar los saberes y la cultura, con ritmo y tono adecuado nos lleva de la mano por su poesía.

Gloria Ogonaga. … ¿Dónde quedó la ternura/ de tocar un timbre, semejante/ a un pezón de mujer?... La poeta que todo lo observa, la capacidad de ser asertiva mediante la palabra, el arte de calzar el sufrimiento, la voz que clama en el eros y el thanatos, que son, sin dudarlo, las caras de la vida, y por ende, de la poesía.

María Elena León García. … Me recorre un aguacero/ cuando en vuelo fugaz/ la alondra trae entre sus alas/ las perlas de tu aroma… La voz del amor traspasa cada uno de sus versos, el amor en todas sus vertientes como lo entendían los griegos, el amor filia, el amor ludus, el amor eros, el storge…, pero sin caer en la cursilería, que es la trampa fácil donde puede caer quien trabaja este género.

Virginia Martínez.  … No siempre hubo vino en esta copa,/ y un pájaro de luz en el espejo… La voz de la sugerencia, del sutil estilo que bordea lo dual, lo posible del cuerpo, pero también de los objetos, y lo social sin caer en el vulgar panfleto que tanto hiere la sensibilidad poética, amén de la referencia cristiana sin discurso, como deben ser los mensajes para que lleguen a su destino.

Clara Schoenborn. …Para nacer/ Para llegar a mí misma/ primero me quitaré las partes que soy… El poder de una voz, la palabra precisa, la profundidad del concepto, el valor poético del verso, la pulcritud del estilo, saber que la palabra nos contiene pero que vamos más allá, y seguir tras lo que intuimos, porque ser poeta es ser vate, y no el bardo que vaticina, sino la poeta que entra profundo en el sentido de las cosas.   
Mónica Patricia Ossa Grain. Veinte años después/ Él la mira/ Ella lo observa/ Y en la arista del silencio/ cambian  de acera. Muchas veces los bardos dicen más con lo que callan, que con lo que gritan, y es el caso de la poeta, aplicada a la sugerencia, abre mundos posibles para el lector, donde nada es cierto y todo es factible. Erotismo donde la música es elemento transversal, la reminiscencia a lo nativo, al poder de las raíces. Pero además el gesto por la patria, el suelo donde se es poeta, pero también madre.

Samira Betancourt-García. Nos presenta un texto desde la reflexión, donde la poesía hace posible el pensamiento y la posibilidad del ente.
  
María Fernanda Ceballos. Ella nos trae un poema de declaración, a la posibilidad de la reafirmación, a volver a comenzar siempre.

María Teresa Casas Figueroa. La poeta le canta a la tierra, a su marca de vida por su espacio, la sinceridad con la que se ama lo que es nuestro.  

Daniela Henao. El eterno ser o no ser, el dilema primordial del ser humano, la poeta nos lleva y trae por este principio tan fundamental del existir.

Martha Cecilia Ortiz  Quijano. La poeta toca el tema de la censura, con una mirada intimista, pero también con la capacidad lírica de ver hacia afuera, donde todo nos relaciona, porque siempre serán dos vías las que nos construyen.

Gloria Inés Sánchez. Curioso poema nos trae la poeta, que afirma negando, donde se es no siendo, donde se canta callando, donde la poesía hace su parte aun sin nosotros.

María Fernanda Álvarez Patiño. Canto a la etnia, a la reivindicación de la esencia, de los ancestros, y ser hoy orgullo y presencia vital con elementos propios y sagrados.

María Jenny Cabrera. La poeta que es capaz de sentir en su piel el dolor del otro, del semejante, la sensibilidad que nunca debe faltar en la poesía.

María Victoria Franco Flórez. Ella nos presenta un texto al amor, al amor de cuerpos y almas, a la empatía de los seres que se aman y se entregan al deseo como culmen de la relación. 

Nota: Quiero felicitar al colectivo de mujeres poetas por este esfuerzo, y agradecer la posibilidad de conocer sus creaciones, todas ellas con asombrosa versatilidad temática, obviamente mis palabras se quedan cortas ante la desmesura de la poesía y la gran capacidad creadora de las antologadas. Ahora el turno es para los lectores, quienes sabrán encontrar en cada uno de los poemas la savia artística que buscan. 

Juan Carlos Céspedes Acosta
Cartagena de Indias, 7 de enero de 2014

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