sábado, 29 de mayo de 2021

Cuento Mi arte contra las sombras

Mi arte contra las sombras

Por Juan Carlos Céspedes Acosta

        Un día decidí que debía ser la pared. Era la única forma que se me ocurría para pasar desapercibido y evitar los embates de las sombras que se habían apoderado del apartamento. Cuando por cualquier circunstancia tenía que moverme, me hacía casi de aire, entonces era un leve susurro que camina y me desplazaba hacia la cocina para tomar cualquier alimento que hubieran dejado olvidado, una sobra, un pedazo de algo, incluso si me tocaba hurtar lo que fuera para calmar el estruendo del hambre para que ese ruido no me delatara. Pero qué va, de alguna manera desconocida por mí, me descubrían y salía disparado en fuga, lanzándome de cabeza al hueco para esconderme de nuevo. Me quedaba quieto, como materia inerte, con los oídos aguzados para escuchar sus pasos. Mi cuerpo cimbraba muy a mi pesar, parecía una cuerda de instrumento musical, y sabía que podían escuchar el castañeo de mis dientes, me hacía mínimo, como una cosa inerte, escondiendo cualquier vestigio de vida, casi podía ser la pintura de las paredes, un zapato olvidado de bajo de la cama, fibras de la alfombra, cualquier cosa que no tuviera que respirar, porque respirar significaba despertar a las fieras y sabía, por los pedazos de cuerpo que me faltaban, que buscaban más, que ya habían probado de mí y no se detendrían hasta verme desaparecer. 

Aquella mañana me desperté y descubrí horrorizado que no podía moverme, estaba petrificado por el miedo y al observar lo que quedaba de mi cuerpo, lo vi distinto, solo era un trozo de color que casi no se podía ver, tenía el mismo tono de la pintura de las paredes del apartamento. ¡Lo había logrado! Estaba mimetizado, ya las sombras no podrían verme, no me acosarían más para librarse de mi presencia, no tendría que deslizarme por cada dependencia, por cada puerta, al fin podía descansar en paz y dedicarme al inútil arte de componer rapsodias para nadie. Me había convertido en mi mejor obra de arte, un brochazo febril en la pared… 

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