domingo, 16 de mayo de 2021

Prólogo nuestro a la novela Julieta, toda una dinastía, de la escritora y poeta Socorro Santis de Ávila

Prólogo

Al mundo lo pueblan las historias; todos somos historias. Algunas trascienden las fronteras geográficas, otras las sociológicas, y unas más las cronológicas. Pero no hay un solo ser sobre la tierra que no tenga una historia, que no sea una ella misma. Cuando no somos directos protagonistas, ya sea porque nuestras gestas sean consideradas simples, o porque no tuvieron grandes repercusiones políticas o sociales, al menos somos personajes de reparto —esto no quita mérito al valor existencial del ser humano— que compartimos tiempo y espacio con otras personas que de una manera u otra sí trascendieron el rótulo de “importantes”.

La realidad es que cualquier persona, por anodina que parezca, siempre tendrá un perfil de importancia, si se le sabe encontrar a la cámara narrativa, el ángulo preciso de donde sacarle los actos y emociones necesarias para hacer de una vida, en apariencia anónima, una historia que valga la pena contar, que llegue a las manos de un público lector ansioso de hechos que vayan más allá de lo rutinario, de la mirada por la ventana que se aburre ante la calle vacía y la carencia de eventos que son la sal y pimienta de la existencia.

En la novela Julieta, toda una dinastía, de la  escritora Socorro Santis de Ávila, la historia inicia en un  humilde pueblo —puede ser cualquier pueblo de la costa  colombiana—, y las vidas de los personajes comienzan a  cruzarse tejiendo historias que dan lugar a toda la  dramática que la existencia pueda tener, episodios que  van más allá de clases sociales, credos, etc. Pero es sobre todo una saga familiar, la lucha de una estirpe por salir  adelante, de sobreponerse a los distintos embates que  depara la vida, al crecimiento de “siempre adelante”, de tener en los ancestros las mejores experiencias en superación de obstáculos. Sin embargo, en medio de todas las dificultades, la unión familiar supera con creces las horas difíciles.

También nuestra autora, Socorro Santis, nos hace un recorrido por la tradición de nuestros pueblos de la  costa Caribe, su culinaria, costumbres, formas de vestir,  etc., pero no por ello esta es una novela exclusivamente costumbrista, porque pecaríamos de reduccionistas, ya  que esta obra tiene elementos de gran vitalidad y  variedad literaria. Es la forma creativa de utilizar y  aprovechar el espacio geográfico como escenario donde tomarán vida todos los personajes paridos de su mente lúcida y generadora, es la ubicación necesaria para que el  lector pueda armar en su propia mente de una manera casi original, el desarrollo de esta hermosa y al mismo tiempo intensa historia, de hacerse partícipe de las vivencias y lecciones de vida de Julieta.

La novela Julieta, toda una dinastía, es, ante todo, un monumento a la familia, a la unidad, al amor y afecto  entre las generaciones en medio de todas las peripecias  que la vida implica en tu totalidad, el respeto y sabiduría  que se recibe cuando se aprende a mirar al mayor como  depositario de unos valores ancestrales que permitirán que se solidifique la unidad y la armonía. Es una gran lección de vida, sin que la obra tenga per se este propósito especial. Es una de sus muchas lecturas, pero que a mí, en lo personal me conmovió, ya que siempre he tenido en gran estima la unión familiar.

La autora hace gala en la obra de un lenguaje sencillo, que no simple —porque cuesta mucho tiempo y practica llegar a ser preciso en el arte narrativo—, sin adornos innecesarios y distracciones que hacen perder el hilo de las historias. También nos vamos a encontrar con pinceladas de mucha poesía, tanto en las expresiones como en las descripciones de escenas y paisajes. Pero un elemento destacable es el ritmo constante que usa Socorro Santis de Ávila en esta saga, que mantiene al lector sujeto al vaivén de los acontecimientos, pendiente de qué sucederá, qué viene ahora. Ya esto es un enorme logro para un escritor.

En esta novela que tengo en mis manos para prologar, encuentro las caras de la vida, los aspectos variopintos que circundan al ser humano, desde lo más sublime hasta lo más doloroso, todo esto en la historia de una niña que se hace mujer en medio de las vicisitudes que pondrán a prueba su talante y de las que saldrá airosa para formar a su vez su propia familia. Julieta, toda una dinastía, es la novela de la familia, el libro que toda persona que ame y desee la armonía en su hogar debe leer.

Juan Carlos Céspedes Acosta

Cartagena de Indias, 3 de marzo de 2021 

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