A quien me acompaña a medir mi propia distancia*
Para Juan Carlos Céspedes
A quien escribe para perdonar
la muerte agria de los días,
para hacer del corazón un artefacto
más humano
mientras cuenta las piedras
del camino.
A quien necesita del aire
de una tibia frase
para hacer del mundo
algo palpable
y se deja caer
en el río de los sueños
y le presta a la tristeza
toda la luz de su existencia.
A quien no conoce el anuncio
de una palabra mezquina
y sabe que el amor
es asunto de todos
aunque no haya un memorable horizonte
para ofrendar a la soledad
que viene y va
por el cuerpo de las horas
que hoy son humo y ceniza.
A quien merece el soplo de lo infinito
por bendecir todos los colores del cielo,
a quien su casa es un campo abierto
poblado de árboles
que inventan las tardes
para borrar la amargura de los huesos.
A quien me acompaña a medir
mi propia distancia,
a remediar mis fragmentos,
a volver a la raíz de lo que fui
en un tiempo remoto
y es nada y es todo
al mismo instante.
A quien bendice lo que dice la voz
que no tiene dueño,
una tristura imposible que invade
esa otra parte que todos ignoran.
*Del libro Los nudos que me atan a la tierra.
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