Prólogo
La
poesía es el lenguaje de la vida y el poema es el mayor acto de comunicación
del poeta. Pero en un mundo contaminado por el desvalor, donde lo superficial y
el facilismo arrasan con el artista, donde el mercantilismo pone cifras
escandalosas a mínimos esfuerzos creativos, y a veces, a verdaderas caricaturas
de un mal llamado arte, por no decir de una aterradora involución, escribir es todavía
un verdadero acto de resistencia, una reafirmación de la fe en las
posibilidades que el poeta tiene en las palabras.
Frente
a este panorama desalentador es que les toca a los creadores enfrentarse a
diario, esto sumado a una carencia en las iniciativas gubernamentales, regidas
ellas por gente ajena al medio cultural, la mayoría de las veces provenientes
del mundillo político, que están más familiarizadas en el favor electoral que
en un simple verso de Aurelio Arturo, Luis Carlos López, por mencionar solo a
dos de los poetas nacionales. Pero en el sector privado tampoco hay muchas
esperanzas, tenemos el caso de las grandes editoriales que solo publican a
poetas ya muertos, con fama o gran peso histórico, con el agravante de que ya
están exentas de pagar derechos de autor por el tiempo que ha pasado de
desaparecidos estos autores, además de que son poco dadas a invertir o generar
procesos de fomento de publicaciones de poetas, tanto consagrados como voces
inéditas o nuevas, con el viejo argumento: “la poesía no se vende”. Y lo peor
es que los mismos poetas repiten estas majaderías, cuando la evidencia palmaria
es que la poesía viene resistiendo desde la aparición del ser humano en la
tierra, y lo seguirá haciendo, muy a pesar de los pronosticadores apocalípticos
del fin de la poesía.
La poesía es permanencia del ser, reafirmación de la vida, el testamento vivencial del poeta en su travesía por la existencia. Entonces no hay forma de que el silencio prime sobre las voces que la cantan, la dignifican, la hacen resonar en todos los rincones del mundo: en los olvidados, los silenciados, los oscuros, los incinerados, los vejados. Porque el poeta es voz de los que no tienen fuerzas para soltar sus palabras al viento, los que nacieron callados, los cansados, vencidos, oprimidos, los que olvidaron el arte de volar por encima de las penas, de las desgracias, las tristezas. ¿Cómo puede alguien pensar que la poesía puede morir? Si mientras haya poesía, siempre se levantará una voz en las tinieblas, en el fuego, donde quiera que un corazón se agite erigiendo el poema, sí, el poema, la construcción humana, la resistencia al olvido, a la desaparición del arte. No importa que los mercachifles le pongan precio a las falsas voces, que quieran confundir con sus estéticas vacías, la poesía siempre saca la casta y se reivindica a través de quienes la asumen con pasión hoy y siempre, porque siempre el poeta buscará la forma de llevar su alma donde quiera se encuentre un corazón sediento de vida.
Poetas
independientes es una iniciativa bárdica por la poesía, una gesta de hombres y
mujeres que ante las circunstancias anotadas, no renuncian, de ninguna manera,
a engavetar sus palabras, a encarpetar sus cuartillas, a dejar morir el alma y
la vida en la oscuridad de la inedición, así que deciden apostar por la
solidaridad e iniciar la hermosa aventura de aunar esfuerzos, de la sinergia de
talentos y voces para que la poesía se eleve una vez más en busca de los
lectores que siempre la esperan sedientos. Lectores mismos que podrán tener la
posibilidad de hallar en esta antología, toda una variedad de estilos, de
formas y contenidos, de expresiones de seres sensibles, que hacen de sus
pensamientos y vivencias verdaderos actos comunicantes, donde muchos seres
podrán hallarse y reencontrarse, porque el poeta es, varias veces, voz que se
trasciende a sí mismo, ya que por una misteriosa capacidad que lo desborda,
llega a convertirse en palabra de personas que ni siquiera conoce.
Como se puede apreciar con esta antología, una vez más la poesía se alza con los poetas para manifestarse, no importan los contratiempos, las vicisitudes, las cuartillas tachadas, las palabras perdidas, los versos sacrificados, el dinero apostado a la angustia, el pulso a no caer contra la inedición, la poesía sabe que nunca se quedará sin representantes, y estos hombres y mujeres vienen a ti con su arsenal poético, para vencer una vez más al silencio impuesto por las circunstancias, porque la muerte, el tiempo y las distancias podrán llevarse todo de nosotros, pero jamás se apropiarán de lo que nuestras manos construyeron en nombre de la poesía.
Juan Carlos Céspedes A.
Cartagena del Caribe, 29 de septiembre de 2023
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