Prólogo
La vida del ser humano es siempre una senda con un destino que se inicia a pasos desde la primera noción de conciencia, incluso cuando se detiene, cualquiera sea el motivo, ese camino se sigue construyendo a risas, lágrimas y toda esa variedad de emociones que forman nuestro existir. Y parafraseando a don Antonio Machado, que no hay caminos sino el que hacemos a golpes de vivir, pero que a ese mismo camino no nos es dado regresar. Pero agregando de nuestra parte, que gracias al poder de las letras sí podemos hacer que otros puedan transitar esos mismos pasos que una vez dimos colmados de sueños e ilusiones.
Hay tantos caminos como seres humanos, y hay sendas y senderos, de montañas, llanuras, desiertos, pero también los hay de agua: ríos y mares, porque la vida siempre será una aventura, algunas anónimas, otras llenas de episodios, leyendas y gestas heroicas, y muchas veces un hombre puede ser el protagonista de una historia silenciosa, llena de pequeños y grandes actos que tienen incidencia en otras personas, sea en entornos familiares, sociales e institucionales.
Como seres humanos nos sabemos fugaces, efímeros pasajeros en este viaje por la tierra, pero tenemos una esencia que nos hace sentir que tenemos vocación de eternidad, algo que nos impulsa a dejar nuestro sello, nuestra cálida huella sobre la faz de la existencia, y no depende de ello el tamaño ni la grandeza de nuestros hechos, ni las repercusiones históricas ni sociales de nuestro actuar, es sencillamente el impulso de marcar los lugares que nos vieron vivir, de que la descendencia conozca su origen, la línea invisible de la sangre conductual, esa que une a las diferentes generaciones, la misma que será un libro abierto para tantas explicaciones de lo que somos y de dónde venimos.
En el libro Relatos y anécdotas de un marinero, don Reinaldo Mendoza Pérez nos embarca con él en un viaje por las peripecias de su vida, desde los albores de sus años mozos, cuando parece que las olas del siempre grandioso océano lo hubieran convocado para mostrarle sus inmensas estelas plateadas, circunnavegando, además, por su tiempo de hombre de mar como marinero de la Armada Nacional de Colombia, hasta el día que llegó el momento de decir adiós a una institución que aprendió a amar con toda su alma, y a la que él mismo dice deberle todo.
Usted, como lector, al abrir las páginas de este libro, tiene pasaporte preferencial para ingresar por todas las dependencias de esta embarcación existencial, que lo llevará muy adentro del mundo de la marinería, a las entrañas de un cuerpo institucional, del proceso de aprendizaje y crecimiento de un joven hasta curtirse en el arte de marear. Tendrá la posibilidad de conocer de primera mano cómo es la cotidianidad desde el interior de una institución gloriosa para nuestro país, del factor humano a través de vivencias y anécdotas, de cómo se edifica un hombre desde los sueños, la disciplina y los valores fundacionales inculcados desde el hogar.
Relatos y anécdotas de un marinero está escrita por capítulos para facilitar la navegación visual de los lectores, como una carta náutica, la cual permite un viaje placentero desde la seguridad que da una narración amena, sencilla, con datos precisos, expresiones que enriquecerán nuestro acervo cultural y que hará que también amemos el océano, respetemos y admiremos a nuestros hombres y mujeres que se entregan al mar, sea de manera institucional (Armada Nacional), como mercantes o simplemente como goce espiritual.
Sin
embargo, lo más valioso que quiero resaltar es la férrea determinación que
desde su adolescencia mostró mi prologado, don Reinaldo Mendoza Pérez,
venciendo obstáculos de toda índole, mostrando tenacidad para aprender, resistencia
para superar las adversidades, constancia para perseguir un sueño hasta lograr
sus objetivos, no sólo en su rol de marinero sino también en su condición de
civil, y prueba de ello es esta obra que tiene usted en sus manos, resultado de
un deseo íntimo de alguien que ama la lectura y que anhela dejar sus experiencias
como testimonio de sus luchas.
Y sirva este libro asimismo como legado a los descendientes (próximos y lejanos) de nuestro estimado amigo, a sus demás familiares, amistades, colegas, porque la historia de un hombre es también una parte de la historia de la humanidad, y que nadie se tenga en poco al momento de iniciar su camino, ya que cada paso entregado puede ser la huella que alguien quiera seguir.
Juan Carlos Céspedes Acosta
Cartagena del Caribe, 9 de agosto de 2024
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